jueves, 31 de diciembre de 2015

INQUIETUD CALMA

Con el último favor concedido y tras dieciséis horas de navegación soporífera, comienzan a agitarse las inquietudes más fetichistas y una se imagina vestida con el atuendo de novia usado que debía devolver en mano y saltando por la borda de un crucero antes de llegar a puerto. Una vez en tierra, la mente ensardinada sigue la velocidad de crucero agarrada a un delfín; surfeando y desapegada del velo, mira hacia el horizonte y se da cuenta que el salto era mucho mayor.